Krachai, tailandés con clase y asequible.
El martes por la noche reviví la experiencia Krachai y reafirmo que éste es el mejor tailandés de Madrid en relación calidad-precio e invito a los amantes de la comida tai a probarlo, ¡no os arrepentiréis! Ya que este restaurante, con nombre de raíz para hacer curry, representa la máxima expresión en gastronomía tailandesa.
Cenamos en la planta inferior, que sorprende por su decoración intimista y acogedora. Ésta contrasta con ciertos detalles estéticos más actuales, fusiona tradición y vanguardia, como los sillones marrones que recubren las paredes blancas de ladrillo, y las sillas y mesas sencillas y elegantes de madera.
En Krachai saben aprovechar bien el espacio, pues pese a ser pequeño, da sensación de amplitud, al separar la planta de abajo en dos zonas divididas por un muro de carga y dos huecos: uno en forma de ventana y el otro de puerta, ambos terminados en arco, y, simultáneamente, se consigue crear un ambiente íntimo.
Cuentan con un equipo formado íntegramente por tailandeses. El servicio es muy atento, rápido y eficaz, y siempre te responden con una gran sonrisa, pese a los leves problemas de entendimiento por el idioma.
Me dejé aconsejar por el camarero que nos recomendó Pad Thai, el plato estrella de Krachai. Me sirvieron los tallarines casi al instante, sin esperar a traerlo a la vez que el de mi acompañante. El camarero se disculpó y remendó su error, en seguida, retirándome el plato para que no se me enfriara mientras esperaba a que trajeran el otro.
Quedan pocos restaurantes como Krachai en los que se puede disfrutar de una agradable conversación con música chill-out de fondo sin tener que elevar la voz. También tiene una iluminación adecuada e íntima, con plafones en el techo con motivos florales y un hilo de luz que se escapaba entre los sillones y la pared.
Tras unos breves minutos de relax nos trajeron la comida y entonces entendí por qué el Pad Thai era el plato de mayor éxito. Presentación sencilla y apetecible. Bastó un bocado para embarcarme en un viaje de ida y vuelta a Tailandia, en el que saboree las dos salsas más típicas, la tamarindo y la de cacahuete, en un plato, y por sólo 9€.
Como colofón, recomiendo a todos los que, como yo, no pueden decir “no” a un postre, que se atrevan con el arroz con leche de coco y mango, con semillas de sésamo por encima. Este postre poco dulzón, pero delicioso y diferente, es el mejor modo de terminar la mejor experiencia tailandesa que puedes vivir en Madrid.
ESTHER ELKOUSS CORONAS